Aproximaciones sobre transparencia pública

Es difícil definir exactamente, y en términos operativos, qué se entiende por transparencia pública. Muchas aproximaciones podemos encontrar, sin embargo, lo que me está preocupando por estos momentos son dos cosas: cómo se puede medir o contrastar efectivamente, si una actuación pública es transparente, y la otra es qué podemos hacer nosotros como ciudadanos para enterarnos de qué es lo que se hace en el interior de nuestros gobiernos y cómo se está ejecutando.
En cuanto al primer interrogante, creo que los indicadores existentes presentan muchas fortalezas, por ejemplo los de Transparencia Internacional (Índice de Percepción de Transparencia y el Barómetro Global de Corrupción). Sin embargo estas mediciones se enfocan en la opinión y visión que tienen los ciudadanos sobre la corrupción más que medidas objetivas sobre programas específicos, y los impactos (económicos, presupuestarios, políticos, sociales) que pueden tener estas malas prácticas en las políticas públicas.
Existen variedad de iniciativas que fomentan y tratan de movilizar la participación en las decisiones públicas, más allá del acto de votar para elegir representantes. Es una responsabilidad de los poderes del Estado brindar la información, hacerla fácilmente disponible, accesible, e intentar que la mayoría de los que la consulten, entiendan lo que están leyendo.
Por otro lado, nosotros, cada uno desde los lugares e intereses que nos movilicen, también tenemos una carga implícita al reclamar transparencia. Debemos hacernos cargo de solicitar los datos que nos interesan, preocuparnos por que estén actualizados, pero en una dinámica que acentúe y profundice la comunicación con los que toman las decisiones, y los que manejan los aparatos burocráticos de la administración. No se trata de reclamar solamente, o quejarse. Se trata de comenzar a asumir que podemos tener un rol activo, de preocupación y de involucramiento, ayudando al gestor de lo público.
Sin ir más lejos, hace dos semanas estaba llegando a casa, y las luminarias de varias cuadras se encontraban apagadas. Como sigo a mi ciudad en Twitter, les envié un mensaje informando de la situación. Al día siguiente, ya se encontraban encendidas. Quizás no haya tenido que ver, pero sentí que en lugar de insultar al aire, y echarle la responsabilidad a otro, los ayudé desde lo que puedo hacer, como cualquier vecino que se interesa por estar cada vez mejor y más cómodo en su lugar…que le pertenece.

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